Vencidos por el tiempo

En un segundo relato todos y cada uno de mis diminutos fragmentos temporales...


Diferencias de edad

Conversación entre una niña de tres años y un servidor:

- Padrino
(sí, lo soy, y se me cae la baba)

- ¿Qué cariño?

- Yo no quiero crecer.

- Jajaja!!! ¿Por qué?

- Porque no (lógico, que pregunta más tonta la mía)

- Pues creo que vas a crecer.

- Que yo no quiero.

- Ya, pero es así.

- Es que yo no quiero ser grande.

- No te preocupes todavía te queda.

- Yo no quiero ser grande como la hermana (tiene una de siete).

- Tu hermana no es grande, es una niña todavía.

- Si hombre, ahora la hermana es un bebé (joder, con la niña chica)

- No es un bebé, pero sigue siendo una niña.

- Es una niña grande.

- Eso es, y tu eres una niña pequeñita, y yo soy un niño grande.

- Tú no eres un niño (como estamos hoy, no?)

- Entonces que soy.

- Eres grande.

- Pues, sí tienes razón, yo ya crecí.

- ¿Soy un bebé?

- No, cariño no, pero eres chiquitita.

- Sí, soy un bebé.

- Que nooooo...

- No quiero crecer.

- Bueno, pues no crezcas.

Nota mental: Cuidado con la niña, es más lista que tú.

Que baje Dios y la vea


Como miembro incuestionable que soy de esta masa a la que llamamos sociedad, he de confesaros que anoche lo hice..., fui a ver El código Da Vinci. Y sí, ya me había leído la novela antes. Así que, ante semejante film no podía quedarme callado y no dejar constancia de mi opinión, si es que se me permite tenerla gracias Peasho, por fin puedo tachar palabras, ya se había convertido en algo personal. Dejando a un lado la idea de que pueda o no ser literatura barata, comenzaré diciendo que me quedo, por supuesto, con el libro, y tengo mis razones.

Cuando me leí la historia me hice una idea propia de sus personajes, lo que viene a significar que a Tom Hanks (alias ‘qué hace un chico como tú en un sitio como este’) es que no me lo creo, lo siento, pero no puedo con él... Esperaba a un Robert Landong más madurito, que no viejo, que pareciese un tipo interesante, y no a ese hombre con cara de ‘no sé qué estoy haciendo en esta película’, porque hasta él lo piensa... En cambio, Audrey Tautou ('Amelie' para los amigos) parece la actriz ideal para el papel de Sophie Neveu, dulce, frágil, inocente..., francesa. Jean Reno hace muy bien de policía, Bézu Fache, obsesionado con atrapar a los culpables para complacer a su ‘superior’, pero tampoco es para tanto... Ian Mckellen (más conocido como 'Gandalf, soy mago blanco y me mola Frodo’) se encuentra cómodo en el pellejo de Sr Leigh Teabing, el gran (per)seguidor del mayor secreto jamás guardado. Y pa’ rematar la faena, Paul Bettany, el monje albino (también llamado ‘échame un poquito más de polvo talco que no se nota, que va’), un miembro fervoroso del Opus Dei, que se autoflagela y usa un silicio como liga.

Y hablando de sectas, ups, perdón, de órdenes religiosas.... creo que no sale muy mal parada, en ocasiones hasta se les defiende y se realizan distinciones del tipo ‘son sólo algunos miembros radicales’. La Iglesia, lógico que esté enfadada, puesto que parece que se descubre ‘el mayor montaje de la historia’, pero ¿no era ficción? Soy de los que piensa que si las altas esferas del catolicismo no se hubiesen pronunciado (prohibiendo) sobre el texo, Dan Brown no hubiese tenido tanto éxito. ‘Por la boca muere el pez’, que dice mi madre. Particularmente, no me decanto por el autor del libro y sus polémicas palabras, pero tampoco tengo fe en la Iglesia, y menos desde que el Papa me excomulgó (a todos) por leer la obra. Simplemente no creo en instituciones que juegan con la necesidad de las personas de apoyarse en algo más, con el fin de aprovecharse y ampliar su legado (léase enriquecerse).

Otro de los motivos por los que me quedo con el libro es el absurdo, para mi, auto-doblaje de los protagonistas franceses. Acepto que la trama se desarrolle principalmente en Francia. Admito que algunos actores sean autóctonos de la zona. Pero lo que nunca entenderé es por qué tuve que soportar durante dos horas y media conversaciones en español pero con ‘grremagrrrcado acento fgrrrrancés’. Vamos a ver señores, o se dobla o no se dobla. Eso sin mencionar el intercambio de frases en otro idioma y subtituladas, que, de todos modos, me parece más normal y lógico que lo anteriormente comentado.

En cuanto a la historia en sí, creo que difícilmente se podría haber hecho de otra forma. Resulta complicado reflejar en tiempo cinematográfico la cantidad de datos (reales o no, ahí no entro) que contiene la novela. Por eso creo que existen algunos aspectos que se tratan menos de lo que me hubiese gustado, como, por ejemplo, la simbología y las obras de arte. Considero que se pasa por encima de forma superficial y rápida. Y para terminar, la adaptación a la gran pantalla es bastante fiel al libro, salvo en algunos aspectos, digamos, insignificantes. Lo más irónico, el puntazo de Sophie Neveu al final.

Nota mental: Hacer una llamadita de cortesía a Tom.

Mudanza interna


Esa es la respuesta que he obtenido después de quince días de angustiosa e incomprensible espera.

A principios de esta semana, ya no aguantaba más esta incertidumbre injusta, me dispuse a averiguar qué había pasado con esa llamada que debí recibir, hace días, de aquel maravilloso hombre que me entrevistó no un lunes cualquiera. Como hay que tener amigos hasta en el infierno, decidí mandarle un mensaje al móvil a una amiga que trabaja en la redacción para cerciorarme de que no habían contratado a nadie todavía. Por curiosidad. Su respuesta fue rápida, tranquilizadora y positiva. ‘K va aun no a entrado nadie.A ver k pasa!ojala t yamen,k m enkntaria tenert d kompi.En kuanto m entere d algo t aviso chulo!’. Después de un sms como este, comprenderéis que mi estado de ánimo se elevó algunos grados, tanto por la noticia como porque se agradece que lo quieran a uno de amigo y de compañero de trabajo.

A pesar de las agradables palabras, no me quedé del todo contento (más que nada porque seguía sin entender el por qué de la tardanza). Así que moví unos cuantos hilos, influencias a parte, y llegó a mis oídos que la culpa es de la mudanza interna. Entiéndase por mudanza interna aquellos cambios de mobiliario y variaciones del espacio necesarios para hacer sitio a los nuevos redactores. Me parece bien. Pero una cosilla así sin importancia que se me acaba de ocurrir: ¿cómo saben el espacio que van a necesitar si ni tan si quiera nos han hecho las pruebas para saber a cuántos van a contratar?. Bueno ellos sabrán lo que se hacen, yo no soy quién para meterme en esos temas, siempre y cuando cumplan con su palabra, o sea, llamarme para la competición.

Así que eso es todo lo que sé hasta el momento, bueno eso, y que se supone que me van a llamar en poco tiempo, imagino que cuando acaben la mudanza, porque por lo visto ‘cuentan conmigo’. Prefiero no interpretar esa expresión porque puede llevarme a equívocos y luego me llevo las grandes desilusiones.


Nota mental: hacer mudanza interna en mi cabeza.

El presagio de los viejos se cumplió

Echo de menos... las risas... las confidencias... la complicidad... las lágrimas... las escapadas... los saltos... las meriendas... las cenas... las películas... las tardes... las noches... las llamadas... las conversaciones... las tonterías... las preocupaciones... las preguntas... las dudas... las respuestas... los momentos... los sueños..

De nuevo el paso del tiempo... (Friendship)

Cuando nadie me ve


En estos días quisiera volver a ser niño. Un maldito crío que no tiene nada mejor que hacer que jugar a ser un superhéroe y cuya mayor preocupación es que no le destrocen su barco pirata... Creo que todos, alguna vez, hemos sido uno de esos fantásticos personajes cuya ficción era convertida en realidad por nuestra imaginativa mente infantil. Superman, Spiderman, El Capitán América, Batman... (lo siento, no recuerdo ningún nombre de superheroina, a menos que aceptéis a la mujer barbuda como tal).

Ahora que lo pienso, excepto la vez que, hace tan sólo unos meses, Saray y yo jugábamos a ser (yo) gavilán y (ella) paloma por las ansias de volar y ser libres, nunca había vuelto a desear un poder sobrenatural desde aquellos maravillosos años.

En cambio, a falta de algo más de un mes para cumplir veintitrés primaveras, he vuelto a hacerlo. No quiero fuerza, ni rayos x, ni elasticidad, ni velocidad, ni alas... tan sólo codicio la invisibilidad. Siempre me llamó la atención aquel hombre sin sombra, como en la película, que debía colocarse un sombrero y una capa para ser visto. Mientras, vagaba a sus anchas sin que nadie notase su presencia. Pero no ha sido hasta ahora cuando realmente he comprendido el alcance de ese, digamos, don.

Desparecer en cualquier momento, sin tener que decir ‘tierra trágame’ y que la susodicha ignore tus plegarias. Instantes en los que deseas estar contigo mismo y con nadie más. Que nadie te mire (te vea), que vayas, y vengas, sin que ninguno se de cuenta. Ir donde realmente quieres estar y hacer aquello que verdaderamente te apetece. Ver que hacen los demás cuando no estás, si se acuerdan de uno, si te echan de menos.

Pienso en los momentos cuando nadie me ve, qué hago, qué quiero, qué siento... No sé qué está pasando en este mi mundo que no parece funcionar. Todo está como antes, como quiero, lo que deseaba y deseo, no cambio nada de lo que tengo. El problema es mío, yo no soy el mismo. Me ahogo. Necesito que mi mundo y sus ocupantes evolucionen, ¿tan difícil es?

"Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser. Cuando nadie me ve, pongo el mundo al revés. Cuando nadie me ve, no me limita la piel..." (grande, Sanz, muy grande)

Nota mental: comprar el disfraz de hombre invisible.

Preparados, listos, ya...


Desde que volví, todos los días han sido iguales para mí. Daba lo mismo un martes que un sábado, de todos modos no tenía nada que hacer. (Aclaración, todos, excepto los cinco días de la pasada Feria del Vino Fino durante los que he puesto a prueba la Ley de la Embriaguez Permanente, y la confirmo: el número de horas de permanencia en el recinto es directamente proporcional a la cantidad de litros de alcohol absorbidos por mi cuerpo). En fin, que todo parecía seguir el mismo rumbo, aburrimiento como sentimiento del día, colaboraciones varias en las obras de mi casa (en contra de mi voluntad, por supuesto), etc. Hasta que sucedió... El lunes tuve una entrevista de trabajo (Dammy, tenías razón, 'cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir').

A las doce de la mañana me planté en la redacción donde se me había citado, arregladito claro (antes muerto que sencillo). El jefe, que intento apropiarme, me hizo esperar un buen rato. Estaba congregado arreglando unos asuntillos. Mientras, yo permanecí sentado en la recepción leyendo el periódico del que ojalá pronto forme parte como miembro indiscutible. El buen hombre salió a saludarme y a pedirme disculpas por la tardanza, pero aún tenía que aguantar allí unos minutos más. Por fin, acabó la reunión, aunque todavía no era mi turno. Como de la nada y sin avisar, apareció una persona, digamos, políticamente conocida por aquí. Quería hablar con mi entrevistador, bueno concretamente, quería comentarle que le va a demandar por unas declaraciones hechas en el medio de comunicación. Así sin anestesia ni ná!!

El querellante se fue y me llamó a mi. ‘Pasa por aquí’, ‘Si, gracias’. Allá voy yo y me equivoco de despacho, me meto en una sala donde hay dos personas que, evidentemente, se me quedan mirando como diciendo ‘qué haces’. El jefe me vuelve a llamar. ‘Perdón me confundí, jeje’, los nervios. Una vez en el lugar adecuado, me explicó las condiciones en las que iba a trabajar. Mi cara lo decía todo, ‘te quiero’, ‘voy a conseguir que te hagan un monumento’. Eso son unas condiciones y lo demás son tonterías. Horario y sueldo geniales, pa’ qué queremos más. Nunca pensé que llegaría a oír las siguientes palabras antes de cumplir los treinta: ‘No te voy a hacer un contrato de prácticas porque no me parece ético’. Yo alucinando. ‘Quién eres y qué pretendes, esto no puede ser verdad’.

Pero claro, algún inconveniente tenía que existir, no podía ser todo tan bonito y tan rápido. Me toca competir con otros tres chicos, y contra reloj porque tenemos tres o cuatro días para demostrar lo que sabemos y somos capaces de hacer. El que mejor funcione se queda. No es que me de miedo competir, no, de hecho confío bastante en mis posibilidades. De lo que no estoy del todo seguro es de mi suerte... Aún no me han avisado para comenzar la carrera, en cuanto suene el teléfono... Preparados, listos, ya... os contaré.




XML

Powered by Blogger

make money online blogger templates



© 2006 Vencidos por el tiempo | Blogger Templates by GeckoandFly.
No part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.
Learn how to make money online | First Aid and Health Information at Medical Health