Vencidos por el tiempo

En un segundo relato todos y cada uno de mis diminutos fragmentos temporales...


Desde el curro

Bueno, parece que estoy de vuelta. Ya sé, ya sé... estoy un poco perdido, pero es que últimamente no sé qué me pasa que no estoy inspirado. Aunque lo mismo tiene algo que ver con que me paso ocho horas al día delante de un ordenador y cuando llego a casa lo único que me apetece es darle patadas al portátil. Pero no creo, será una mala racha mental. Que conste en acta que, aún con escaso tiempo y lo mismo de fuerzas, me estoy poniendo al día con vuestros blogs por cierto, no escribáis tanto que me lo ponéis más difícil.

Como bien dice el título de este post, os estoy escribiendo desde el trabajo porque, como casi todos los lunes, no hay mucho curro ni muchas ganas. El martes es como de transición, ni mucho ni poco, te va preparando para lo que está por venir. El miércoles ya empieza a cambiar la cosa, se te va poniendo la cara blanca, ves que puede que te falte tiempo, porque, claro, el lunes y el martes te has tocado un poco mucho las narices. El jueves piensas que tienes que reorganizar, diseñar, maquetar, redactar, retocar fotos y adaptarlas, comprobar que está casi todo, y medio finiquitarlo, pero con la mirada atenta al viernes porque puede que todo lo anterior te sirva para bien poco o, al menos, tengas que modificarlo. El viernes ya no sabes ni dónde tienes los dedos de tanto teclear, los buscas entre la montaña de papeles que cubre tu mesa, y mucho menos encuentras tu oreja porque la dejaste pegada al teléfono conversando con la chica del Gabinete de Prensa que te llama elemento subversivo y te dice comentarios que te ruborizan cuando le viene en gana (prometo hacer un post con nuestras conversaciones, se lo merece, y yo también). A última hora, muy al límite del final de la jornada laboral, llamas para comprobar que todo ha llegado bien, pero te dicen que aún no lo han mirado. Esperas diez o quince minutos. Venga!!. Vuelves a llamar. ¿Ya?. Si, lo han verificado. Te puedes ir. Bien!! Fin de semana!!

Ups, ya son casi las seis!! Me voy a casa, en mi nuevo coche, que, por cierto no os lo he dicho. Si... me he comprado un coche. Para aquellos interesados en el modelo, se trata del nuevo Renault Clío, en gris plata y tres puertas. Me encanta y es mío. Lo malo, cinco añitos a pagar, pero muy agusto,oye!!

Nota mental: No volver a hacer un post tan soso.

Ven y quítame todo lo que tuve de ti

No creo en pitonisas ni adivinos. Mejor dicho, no creía hasta q V. me echó las cartas. Todo, o casi todo, lo que dijo de mi supuesto pasado, sin conocerme de nada, fue bastante acertado, pero bueno, también pudo ser fruto de una intuición exageradamente desarrollada. Lo que no alcanzo a entender es por qué se van cumpliendo la mayoría de las cosas sobre las que me advirtió.

Dejando a un lado, mucho, la parte anecdótica a modo de introducción, he de decir que hoy estoy muy triste. V. me dijo que a mi regreso a España recibiría noticias de antiguos amigos a los que hacía tiempo que no veía. Días más tarde, incluso antes de llegar, ya había recibido una llamada en casa preguntando por mi. A., un amigo con el que compartí años de colegio y, después, de instituto. Cuando acabamos el bachiller mantuvimos el contacto vía telefónica, más por su parte, lo reconozco. Luego lo dejamos, no sé por qué. Años más tarde, cuando volví de Roma, hablé con él y quedamos. Entre nuestras múltiples conversaciones sobre los viejos tiempos, recordamos a nuestros otros amigos de clase, pero uno tuvo una especial atención.

J. estaba muy enfermo, un maldito tumor cerebral. Médicos, quimioterapia, operaciones. Nada. No se podía hacer más. Hace unos días, él no pudo más. J. se fue. Veintidós añitos y no pudieron hacer nada por ti. A. me decía ¿Recuerdas que de pequeño siempre se quejaba de un fuerte dolor de cabeza? Sí, es cierto. ¿Y si hubiese tenido algo que ver? No sé, eso ya es complicado e inútil. Lo habrían cogido a tiempo. Probablemente, pero ¿y el resto del tiempo durante el que no teníamos contacto? Él estaba bien. Ha sido demasiado rápido. En un año.

Hace mucho tiempo que no sé nada de él y le recordaba en escasas ocasiones o cuando por casualidad lo veía. No pretendo hacer alarde de una gran amistad que perduró en el tiempo y la distancia, nada de eso. Pero no puedo evitar estar triste y sentir rabia. Tan sólo tenía veintidós años joder. Un niño feliz, con una vida por delante y tantas cosas por hacer, no es justo. Ahora, tarde, lo sé, mi mente recibe millones de imágenes de aquel tiempo. Cómo corría, era el más rápido de todos. Una vez se escabulló de un profesor que tenía bloqueada la puerta, pasó entre el marco y el brazo, se sentó en su sitio sin que se diese cuenta y todos nos reímos como nunca. Se libró de una buena. Esta vez no pudo.

Mi cabeza piensa. La vida es demasiado bonita como para preocuparse por banalidades absurdas y personas que no merecen la pena. Buen viaje J., pero antes ven y quítame todo lo que tuve de ti.

Nota mental: V. no te advirtió que las nuevas noticias podían ser también malas.

La última cena


Si el máximo estandarte de la religión católica hizo una, yo no podía ser menos. Él reunió a doce, yo cené solito. Tenía que ser así, fue como un ritual, pero sin derramamiento de sangre ni sacrificio de animales. Llevaba mucho tiempo retrasando el momento, pero ya no podía esperar más. Aún no me había comido las Piadinas (definición de Piada: especie de tortita para rellenar con lo que quieras, y creedme que se le puede echar de todo) que me traje de Italia. Sí, ya lo sé, hace tres meses que regresé, pero no os preocupéis, la fecha de caducidad era bien extensa.

Mientras se hacía, llegaban los recuerdos. P. las trajo a casa por primera vez, y desde entonces pasaron a ser el pan de cada día. Por su sabor, por su gracia, por su saber estar, por su simpatía, uououou por las posibilidades que ofrecía, y por su módico precio. No llegamos a aborrecerlas, aunque estuvimos al borde de esa delgada línea que separa el comer por placer y el comer porque no te da pa' más. Se convirtieron en una de las atracciones para las visitas que llegaban de España, que no fueron pocas y que, por supuesto, se volvían con un cargamento. Saray era la encargada de hacerlas. Para mi, para ella y para los invitados. Acabó especializándose en el tema.

En mi solitaria cena, me la tuve que hacer yo. No me quedó mal. Chorizo y queso, como siempre, como en Roma. P. llegó a la conclusión de que montar un negocio aquí sería todo un éxito. Creo que sigue siendo un proyecto.

Curiosamente, mi cena coincidió con un momento importante. Ya volvieron todos. Se acabó la Erasmus. Para algunos fue hace tiempo. Lloramos, lloramos mucho. Aún, a veces, se me escapa una lágrima. Esta vez les tocó a los que se quedaron cuando nosotros regresábamos. P., C. y A., permanecen allí eternas, como la ciudad. No han podido, o no han querido, volver a la realidad. E. decidió recorrerse Europa antes de ir a casa. Otra forma de alargarlo. No todos pudimos, y volvimos.

Nota mental: Ya no te quedan Piadinas, pero si las ganas de comerlas de nuevo.




XML

Powered by Blogger

make money online blogger templates



© 2006 Vencidos por el tiempo | Blogger Templates by GeckoandFly.
No part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.
Learn how to make money online | First Aid and Health Information at Medical Health